martes, 21 de junio de 2011

La filosofia y el Hombre Moderno

En nuestro trabajo  presentaremos, aquello que en la actualidad el hombre se cuestiona, la del ser, la del propio existir que nos envuelve en el quisiéramos penetrar, del que quisiéramos trascender, en términos generales el dualismo del hombre (cuerpo y alma) que a lo largo de la historia de lafilosofía, han tratado de definir como Gabriel Marcel, filósofo existencialista cristiano. En consecuencia la pregunta es: ¿Cuál es la concepción  del hombre, según el pensamiento filosófico de Gabriel Marcel?.
De esta manera nosotros trataremos de estudiar, de entender el pensamiento filosófico de Gabriel Marcel desde su obra "El Misterio del Ser".
De este modo nuestro objetivo general es:
Estudiar la concepción del hombre, según Gabriel Marcel, comprendiéndola el dualismo que hay entre cuerpo y alma, de esa manera extraer el concepto del hombre.
 Objetivos específicos:
  • Dar a conocer la vida de Gabriel Marcel y su visión del mundo.
  • Conceptualizar al hombre a partir de la obra "El misterio del Ser" de Gabriel Marcel.
  • Resaltar la importancia que tiene el Ser trascendente para que oriente y de sentido a la vida del hombre.





Las operaciones o facultades principales del hombre son el conocimiento, la voluntad y el amor. En el hombre moderno, especialmente en los últimos tres siglos, se ha venido produciendo una parálisis en las dimensiones cognitivas y volitivas al mismo tiempo que la dimensión afectiva ha ocupado un papel sobredimensionado al invadir aspectos propios de las otras dos facultades. No es un error ni una exageración, aunque la generalización siempre lleva algo de error y de exageración, decir que la afectividad es la operación que rige la conducta del hombre presente.

Es muy seguro que muchos no consideren que el conocimiento humano se haya atrofiado. Ciertamente en el último siglo se han producido avances científicos de tal magnitud que ensombrecen las centurias pasadas. Sin embargo, más allá del conocimiento práctico el pensamiento humano si se ha anquilosado respecto a tiempos anteriores. ¿Desde cuándo se viene produciendo? No es un traspié intelectual situar esta crisis en un momento histórico concreto: el idealismo alemán y, en concreto, entorno a la figura de Hegel. Desde luego el idealismo es el último gran momento del pensamiento, desde entonces no ha habido una apetito intelectual capaz de superar la impronta de Fichte, de Schelling y, sobre todo, de Hegel.

Analicemos, pues, todas las componentes que nos llevan a la actual crisis del pensamiento. Hegel es el último de los filósofos que intenta pensar sin reduccionismos el Absoluto y lo hace para intentar una construcción especulativa que no desatienda nada y, en la misma medida, para resolver la situación histórica del momento (romanticismo), en la que todo parece totalmente contradictorio. No hay que obviar tampoco que el hombre romántico es un sujeto que interiormente está sacudido, escindido, en continua lucha consigo mismo, entre la sensibilidad y la razón. Ante todo este maremágnum Hegel busca generar una filosofía total, a la manera del Estagirita y del Aquinate, que permita la unificación de las continuas oposiciones. Para ello considera oportuno emplear el método dialéctico, ya empleado por Platón y Aristóteles, del siguiente modo: en lugar de tomar las contraposiciones como dadas a la vez, se las considera distribuidas en un proceso que es real a través de ellas. Ahora bien, si las contraposiciones son momentos distintos resulta que en vez de estrellarse en ellas  se las puede pensar y conectar. Así, consideradas en proceso las oposiciones adquieren una nueva significación, que es el paso de una a otra: el paso de un momento a su contradictorio es una renovación, el logro de algo nuevo.
Este planteamiento de Hegel es un enfoque optimista frente a la paralización que la contrariedad viene produciendo en el hombre romántico. Así, en lugar de ver dos “cosas” opuestas las consideramos insertadas en un proceso en el que no existe tal oposición, sino que son dos momentos que fluyen en un proceso en el que lo segundo es algo nuevo. No obstante, Hegel no se detiene aquí y considera que aún se puede ir más allá: unificar los dos momentos para pensarlo conjuntamente. Esta consideración que abarca la tesis y la antítesis supone una gran novedad, pues se logra, por un lado, la supresión de la separación entre tesis y antítesis y, por otro, la conservación elevante que reúne. Pero aún hay más: el universal, de este modo, no se separa de lo que engloba, no es abstracto, sino concreto (idealismo absoluto).

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